Bugchasing: la ruleta rusa del VIH

13:35:00

El bugchasing es un término que proviene del slang gay. Los bug-chasers serían, entonces, los cazadores de infecciones: aquellas personas que mantienen relaciones sexuales sin protección con seropositivos por la adrenalina que les provoca la conciencia de poder contagiarse. Los gift-givers son la contraparte de este delicado asunto, es decir, los seropositivos que se prestan a donar su virus a quien desee recibirlo.

Algunos bug-chasers, no obstante, argumentan que su intención no es el contagio, sino sólo la situación de riesgo, comportamiento que se podría explicar, también, como una resistencia ante las normas y moral heterosexual, un método de la comunidad homosexual para repudiar la estigmatización. Otros proponen que, si un HIV negativo está con un HIV positivo, la infección es un camino para mantener la relación entre ambos.

El rito se ejecuta con el bareback, término anglosajón y ecuestre que se utiliza para catalogar el sexo anal sin condón. Algunos creen que con el bareback demuestran que el HIV en realidad es sólo un mito. Hay quienes lo practican por el deseo de pertenecer a un grupo, compartir la experiencia que han pasado amigos e ídolos. ¿Tendencias neo-suicidas? ¿Rebelión? ¿Un modo de ponerle condimentos peligrosos a la vida-gelatina-sin-sabor?

En Estados Unidos hay unas fiestas llamadas Bug parties, barebacking parties o conversión parties, encuentros donde los gift-givers y bug-chasers se dan cita para tener relaciones sexuales. El término conversión data de los 90s, y fue acuñado por una minoría de homosexuales fetichistas que deseaban de modo deliberado infectarse con HIV. Pero el fenómeno no se quedó sólo en USA: ha cruzado fronteras, arribando a Londres, Berlín, París y Madrid.

Por lo general, suelen ser reuniones de no más de treinta personas. Hay diferentes estilos, a veces un miembro de la orgía es HIV positivo, y sólo él y el anfitrión de la fiesta saben de su estado. Mientras, los demás saben que hay una persona infectada, pero no saben quién es. En otras, personas que pueden estar infectadas o no aceptan a los HIV positivos para tener relaciones sin protección.

Para Luis*, un bug-chaser perteneciente a la minoridad de hombres homosexuales que apoyan el fetiche de ser HIV positivos, las barebacking parties se hicieron populares porque el HIV ya no es una sentencia de muerte: al limpiarse del terror que lo cubrió en un primer momento, adquiere el barniz de fetiche. En su caso, lleva treinta años teniendo relaciones sexuales sin protección, pero no logró infectarse. Curiosamente, los doctores detectaron que tiene una proteína en sus células T, llamada Delta 32CRR5, que lo hace inmune.

Didier**, cuyos gustos van por el mismo lado que los de Luis, dispara diciendo que tener HIV es lo mismo que un resfrío. Incluso, insiste, es posible que dentro de poco el barebacking deje de resultar erótico. Asegura no temer ya a la muerte. Y arremata: “Algunas personas juegan a la ruleta rusa. Yo elijo contraer HIV”
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